Marlena en Málaga: un empoderamiento que se canta, se baila y se siente de verdad


Redactora Laura Sánchez; Fotógrafo Óscar Lugo 


Hay nombres que no se eligen al azar. Marlena, en italiano, significa mujer empoderada. Y la noche del viernes 12 de diciembre, en la sala París 15 de Málaga, ese significado se tradujo en canciones, gestos y momentos que no nos supieron nada mal a todos los que estuvimos allí.

Quienes llenaron la sala no venían solo a escuchar música. Venían a reconocerse. A verse en letras que hablan de dudas, de decisiones que cuestan, de aprender a quererse cuando no siempre sale fácil. París 15 estaba repleta de historias distintas que, durante un par de horas, latieron juntas, sin complejos, subiéndose la falda al caminar.

Ana Legazpi y Carolina Moyano aparecieron en el escenario siendo exactamente lo que son: dos mujeres ocupando su sitio con una seguridad serena, de la que no hace ruido ni necesita explicaciones.

La fuerza de Marlena en directo no está en levantar el puño, sino en permitirse la vulnerabilidad. En cantar desde un lugar honesto y mostrar que ser una mujer empoderada no es ser invencible, sino seguir adelante aún con las grietas. Y esa idea atravesó toda la actuación en París 15, de principio a fin.

El concierto fue un recorrido emocional en el que cada canción parecía tocar una fibra distinta. Entre canción y canción, las palabras fueron sinceras, sin poses. Agradecimientos que sonaban reales, sonrisas que no parecían ensayadas. Málaga respondió con calidez, con aplausos largos, con una cercanía que traspasaba la valla. No había jerarquías esa noche: solo personas compartiendo emociones.

Hubo momentos especialmente cañeros, de mucha conexión con el público, como cuando la cantante se lanzó entre el público, mezclándose con sus fans, cantando y sintiendo a centímetros de distancia; o el tema “Gitana”, donde Ana y Carolina se sentaron frente al público, muy cerca, creando un momento muy íntimo y con mucha energía.

Y para cerrar, llegó “Baila morena”. El broche perfecto. Un temazo que convirtió la sala en una fiesta compartida, con todo el mundo entregado, cantando, saltando y sonriendo.

Marlena hizo honor a su nombre en Málaga. Fue una demostración silenciosa pero contundente de lo que significa: fuerza, cercanía, vulnerabilidad y verdad, quitándonos las penas, no se nos va a olvidar.

¡Qué dulce es esta victoria!

 
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